Ir al contenido principal

Destacados

Miedo a la oscuridad

 Cuando era niña tenía miedo a la oscuridad. Siempre he sido muy fantasiosa y eso tampoco ayudaba. Recuerdo la primera vez que mis padres me asignaron mi propia habitación. Había estado durmiendo desde que nací en la cuna en el lado de la cama donde se acostaba mi madre y hasta los tres o cuatro años me cogía de su mano para dormir. Recuerdo vagamente aquellos momentos de tranquilidad . Mi madre me daba la mano a través de los barrotes de la cuna y yo me quedaba dormidita sin miedo a los monstruos del armario que pudieran estar acechando en mi mente.... Después cuando me hice más mayorcita dormía en la misma habitación que mi hermano , cada uno en su camita con la típica cabecera de níquel , y yo contenta de tener a alguien a mi lado. Aun así recuerdo que me tapaba con la sábana hasta la frente cuando apagaban la luz...sigo haciéndolo.... Y llegó el momento de dar un paso más. Cuando cumplí unos seis años , mis padres cambiaron mi cama a la habitación más lejana de

Las Madres


Las madres - Sociedad


Las madres.

Madre no hay mas que una. Eso dice el refrán.
Es cierto. Nuestras madres se merecen nuestro respeto siempre. Se han sacrificado por nosotros. Han pasado infinidad de noches en vela por vigilar nuestra tos, nuestras bronquitis o nuestros miedos.

Han soportado nuestros años de adolescencia en donde las hemos tenido duras con ellas. Pelea tras pelea. Recogiendo nuestras habitaciones desordenadas, queriendo que aprendieramos a coser o a cocinar.
Aguantando nuestros cambios de hormonas y los suyos a la vez.

Trabajando fuera de casa porque era necesario.
Haciendo de una comida tres para ahorrar.
No comprandose zapatillas para estar por casa por comprarnos los libros del colegio o del instituto. Lapices, gomas, boligrafos, mochilas…ropa.

Y nos creemos a veces mas listos que ellas, solo porque no saben manejar un móvil o una tablet.
Quiza sea verdad que no lo saben manejar. Pero nosotros lo podemos hacer porque tenemos la vida que nos dieron.
A veces nos irritan por sus cosas, quizas por su depresión de años sin diagnosticar, o de nunca.

Por la ansiedad que les invade de ya no tener a sus hijos viviendo con ellas.

O por la falta de romanticismo de nuestro papá, que aunque buen hombre un poquillo soso en el tema.

Son nuestras madres al fin y al cabo y solo tenemos a la que nos dio la vida.
Quien perdió a sus padres ya lo recuerda con pena.

Si tu madre aun vive, y que sea por muchos años, no menosprecies su labor.



Si lo haces estaras despreciando tu propia vida.

Comentarios

Entradas populares